jueves, 7 de febrero de 2008

CERO TOLERANCIA

El diputado por el PANAL, Xiuh Guillermo Tenorio, no contento con la aprobación de la Ley de Protección para los No Fumadores (o lago parecido), que estipula que en lugares cerrados el 30 por ciento del local, debidamente separado del resto, fuera para fumadores, ahora propone que ni de ese pequeño espacio, puedan gozar aquellos que deseen fumar. Su propuesta es de que sea cero por ciento; es decir que en ningún lugar cerrado, en la Ciudad de México (cantinas, restaurantes, discotecas, etc.) se permita fumar, dicho de otra manera, todo lugar cerrado, sea cien por ciento libre de humo. Cero tolerancia hacia los fumadores.

Coincido plenamente, con los que han llamado a estas medidas, fascismo sanitario.
A lo anterior propuesta, se suma el diputado Víctor Hugo Círigo , este del PRD (para vergüenza del PRD) Y los diputados de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa, también resolvieron apoyar la iniciativa del gordillista Tenorio. Si esto sigue así en poco tiempo los Defeños y sus visitantes fumadores, serán discriminados.

Si de ser de primer mundo se trata, deberían establecer que quien quiera abrir o tenga un negocio, como restaurante, bar, etc. y que lo considere solo para fumadores, que lo haga, y así lo dé a conocer en lugar visible (como tengo entendido que lo hacen en Madrid).

Transcribo lo que el poeta Javier Sicilia, opina sobre este tema:

“No niego que el cigarro haga daño –no más que el de la comida chatarra o el de la cantidad de pesticidas que ingerimos con las verduras, o de antibióticos y conservadores que ingerimos con la carne y la comida enlatada, y estaría de acuerdo con su extinción si se aplicara el mismo método de criminalización –la exclusión del fumador de los lugares públicos, su persecución mediante multas y la exageración en la propaganda de su malignidad o nocividad es una manera de criminalizarlo– a quienes usan coches o transportes motorizados –los grados de plomo y de CO2 que arrojan a la atmósfera en la Ciudad de México y que diariamente respiran sus habitantes no son ni siquiera comparables al humo que arrojarían todos los fumadores del planeta en la misma ciudad–, a los fabricantes de llantas, de papel, a los que refinan petróleo, etcétera; en síntesis, a todos aquellos buenos ciudadanos que no fuman pero que arrojan en sus tareas diarias una enorme cantidad de contaminantes más nocivos que el del tabaco a la atmósfera y a nuestros pulmones. Mientras esto no suceda, y el señalado sea el fumador, no es deshonesto revelarlo como el “chivo expiatorio” de la violencia ambiental de las ciudades que la ley no puede contener.”
Aclaro de nueva cuenta: no soy fumador. Pero caray, que leyes.

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