miércoles, 3 de septiembre de 2008

EL TIEMPO TODO LO CURA

Las mismas carpetas blancas de cuidadoso tejido, descansando sobre los mismos muebles que el paso del tiempo los había carcomido. El perro inquieto en el patio trasero, desesperado por la falta de  atención de una mano cariñosa; tres años después de haber estado en ese bendito baile en Altotonga, me encuentro en tu casa. Mi cinta de memoria retrocede hasta ese día en el que la música de Los Joao y Los Babys inundaban la pista de baile, ese día en que por primera vez estrechaba tu mano sin miedo a tu rechazo, ese día en que besé tus labios temblando de gusto y emoción, y la playa y las horas que no pasaban, el tiempo que se detenía mientras te acariciaba; ese bendito día.

Despierto, vuelvo a ver las carpetas, escucho al perro desesperado, espero tu llegada con ansiedad, guardo la esperanza de la reconciliación. Tu mirada indiferente, tus reproches, los míos, que si los muebles, que si el departamento, que voy hacer sin ti, que te vale, que……..; que quieres a otro, que te deje en paz, que las promesas son solo eso, promesas. El refugio del alcohol, mal compañero, despierto manchado de orines, sin saber en donde y con quien estuve, dolor de cuerpo y alma infinito, taquicardias, vómito; vuelvo a despertar; suero y pastillas, tu rostro en mi mente, vergüenza de mi mismo.

Se que te casas y te deseo buena suerte, ya no duele tanto o eso creo, pienso que el tiempo todo lo cura y  lo confirmo, pasan algunos años, en realidad no sé cuantos, me entero de tu divorcio y de los golpes a ti y a tus hijos, de las drogas y el no trabajar de tu pareja, la infidelidad con todo lo que acarrea, te imagino triste pero no derrotada.

Pasa el tiempo, me comentan de tu nuevo matrimonio, buen trato, comprensión, tus hijos estudiando y en plena tranquilidad, pero estas enferma, tus pulmones tienen un síndrome, no recuerdo cual, arrastras contigo el tanque de oxigeno en todo momento y lugar, pero estas feliz.

Pasó el tiempo, me siento pleno, quiero y me siento querido, me aman y amo con la intensidad que da el saberse cuidado, protegido, apoyado, amo con la fuerza que da el no saberse solo, con la fuerza que dan veinticinco años de buenas cosas con mi querida esposa y mis hijos.

Hoy, mediante un correo, casi anónimo, me entero de que tus pulmones ya no resistieron, que poco a poco dejaron de procesar el oxigeno necesario para que siguieras aquí, que ya no resististe más, pero que te fuiste tranquila sabiendo que tus hijos quedaban en buenas manos. Me gustaría poder decirles a ellos y a tu esposo, que el tiempo más tarde o más temprano todo lo cura. Que estés con Dios.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La sensibilidad y la tardanza se me notan...

Es un texto estupendo.
No puede parecerme de otra forma, a mi que suelo vivir al destiempo. Jé...tal vez.

Saludos.